Su empeño vital por llegar a lo más alto se cumplió. ¿Cómo…? Abajándose, sirviendo a los pobres y necesitados de Turín. ¡Toda una “escalada”! Para subir a los cielos y tocar a Dios bajó del pedestal de su cómodo estatus familiar, y desapropiado de sí mismo —de sus miedos y de la seguridad de los bienes materiales—, se entregó por completo a los demás. “Bajar” para “subir”. Así conquistó la cumbre mas alta; el ideal más grande.
Pier Giorgio, hijo del fundador y director de la Stampa, Alfredo Frassati y de la pintora Adelaide Ametis, murió el 4 de julio de 1925 como consecuencia de una poliomielitis fulminante. Tenía 24 años; una corta e intensa vida que llamó la atención del pueblo turinés. Era común verlo pidiendo dinero para los pobres en las filas de los que esperaban entrar en algún espectáculo público, o yendo a pedir en las casas de la gente adinerada. Recorría los suburbios de la ciudad repartiendo ropa y comida. Luciana, su hermana decía: iba de una casucha a otra. Volvía de paso a casa, tomaba un café y escapaba a un hospital. Volvía por la noche cansado, pero satisfecho.
Su padre no compartía en absoluto sus inquietudes, así que ahorraba el dinero que recibía en casa para dárselo a los pobres; a “mi gente”, como acostumbraba a decir. El dinero del tranvía, de las fiestas y las salidas, era todo para ellos. Muchas veces se presentaban en la casa familiar. Una empleada de la familia lo contaba así: Dos días a la semana era un continuo vaivén de pobres que venían a verlo; a menudo, a fin de no distraerlo de sus estudios, yo los despedía; pero cuando se enteró, me lo reprochó y me expresó su terminante voluntad de recibir en lo sucesivo a todos los que se presentaran. Jamás despidió a uno solo con las manos vacías; y cuando ya nada tenía para darles, pedía dinero prestado.
Un amigo suyo contaba como el padre de Pier Giorgio, D. Alfredo, le había prometido un automóvil nuevo, o su valor en dinero como premio adelantado por la finalización de los estudios: Él me dijo, sin embargo, que se inclinaba por el dinero, pues de ese modo podría utilizarlo en beneficio de los pobres. Tal era su desprendimiento.
Pero a Pier Giorgio no le bastaba con satisfacer las necesidades materiales, quería dar algo más importante: prefiero llevar yo mismo los paquetes a los pobres, pues así puedo infundirles ánimos y darles esperanzas.
Frassati eligió el camino que describe San Pablo en su carta a los Corintios (1 Cor 13). Así, desde el AMOR que brotaba de su amor a Dios, se olvidó de si mismo y repartió sus bienes entre los necesitados. Su CORAZÓN alegre le empujaba a buscar el bien del otro, especialmente el de los “hermanos más pequeños”, los hambrientos, los sedientos, los forasteros y enfermos que retrata el Evangelio (Mt 25, 35-41).
No regateó esfuerzos, no sucumbió al rechazo ni a las prevenciones. Murió valiente; contagiado por un enfermo de poliomielitis. Una muerte heroica; la muestra inequívoca de un joven seducido por el BIEN. Tiempo atrás Pier Giorgio pronosticó: El día de mi muerte será el más bello de mi vida, y así fue, miles de ciudadanos acompañaron su féretro por las calles de Turín. Entre ellos —la mayoría—, aquellos pobres que recibieron… un trozo de su VIDA.
—Frassati, L. (1996), Pier Giorgio Frassati. Los días de su vida. Madrid: BAC popular—Cano, Diego. Escalada al Cielo: Biografía de Pier Giorgio Frassati. Edición de Kindle
—Marmoiton, V., S.J. (1939). La nueva juventud. Pier Giorgio Frassati. Buenos Aires: Librería Editorial Santa Catalina
—Forcada Comíns, V., o.P. (1995). Beato Pier Giorgio Frassati. Un joven dominico... seglar. Valencia: Ed. provincia Dominicana de Argón
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